La Dendrocronología se comienza a desarrollar a través de los estudios del astrónomo Andrew Ellicott Douglass en los inicios del siglo XX, donde su interés en los ciclos de la actividad solar y su relación con el clima en la tierra lo llevó a observar los anillos de crecimiento de los árboles, los cuales se forman anualmente, dándole a entender que éstos podrían ser un buen indicador del clima del pasado.

Douglass creyó que en un ambiente semiárido (Arizona, EE.UU.) el crecimiento de los árboles dependería de la disponibilidad del agua, principalmente, por lo que, si ocurría un período de baja precipitación, el crecimiento de los árboles también sería bajo, lo que haría ver a los anillos de crecimiento de éstos angostos. Así encontró un método para la estimación de la precipitación en el pasado mayor de lo que existían con registros instrumentales.

En el hemisferio sur las investigaciones dendrocronológicas comenzaron tarde. , fue luego de muchos estudios en el hemisferio norte que recién empezaron incipientes investigaciones. En Sudamérica, a partir de Schulman, en 1956, se logró las primeras cronologías con ciprés de la cordillera (Austrocedrus chilensis) y araucaria (Araucaria araucana), lo que paulatinamente creció con el correr de los años, implementando a principios de los 90, centros de investigación de relevancia mundial tanto en Chile como en Argentina, desarrollando fuertemente la dendrocronología en esta parte del mundo.

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